Hace varios meses atrás estaba sentado en la mesa con mi hija que estaba haciendo un trabajo de la universidad. Paró un momento de escribir y comenzó a frotarse la mano izquierda. Estaba cansada de de escribir y se tomó un descanso.
En eso noté que tenía un callo en el dedo anular de la mano izquierda. Me detuve un momento y le pregunté que porqué tenía ese callo. Me dijo que es que se le formó por la forma en que escribe. Ahí le pedí que cogiera el lápiz y a ver como lo tomaba. Ella es zurda como la mamá pero tomaba el lápiz de manera incorrecta.
Yo recuerdo cuando era pequeña y estaba comenzando a aprender a escribir, recordé que por un tiempo tuvo problemas con el manejo motor-fino y se le ayudó pero no recuerdo haber visto que tomara el lápiz así. ¿En qué momento cogió esa mala manía? Luego que me hice esa pregunta me hice otra ¿porqué no me dí cuenta? ¿Porqué mi esposa tampoco se dió cuenta.
Recuerdo que cuando ella hacía las asignaciones se la revisábamos y la enseñamos a buscar información por su propia cuenta. Pero no nos dimos cuenta del momento en que comenzó a coger mal el lápiz.
Entonces recordé que esos años fueron los años cuando mi esposa y yo estábamos comenzando a trabajar como maestros. Teníamos fiebre de maestros. Mi esposa se llevaba montañas de trabajo a la casa y las hacía yo también hacía lo mismo. Con el tiempo mi esposa se enfermó de los nervios y yo también, fue entonces que aprendimos a balancear el trabajo con el hogar pero nos tomó tiempo. En ese tiempo no nos dimos cuenta de como nuestra hija estaba tomando mal el lápiz. El Departamento de Educación nos había absorbido. Descuidé un detalle por querer quedar bien con el DE que al fin y al cabo terminó enfermándome de los nervios.
Por eso cuando veo a maestr@s que están comenzando y los veo tan afanados les digo que si se van a llevar algún momento trabajo a su casa que eso sea la excepción y no la norma. Yo a veces hago algunas cosas de la escuela en casa pero NO TODAS. Lo aprendí a fuerza de malos ratos y enfermándome de los nervios.
Mi hija siempre ha sido una estudiantes bien aplicada. Mi hijo mayor también. Cada vez que veo ese callo recuerdo que si hubiera prestado un poco más de atención no lo tendría ahora. El callo de mi hija me recordó que la familia va antes que el trabajo. No me malentiendan. He pasado momentos memorables y tiempo de calidad con ella y sus hermanos pero ese detalle se me escapó y me siento mal porque fue en el tiempo que yo mejor creí que estaba trabajando.
El callo de mi hija es una cicatriz en mi paternidad... Ser buen maestro no significa ser un mal padre. Aprenda a separar el tiempo de trabajo del de su familia.
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