No quiero ser maestra

Durante el inicio de este año escolar 2016-2017, año académico donde comienzo siendo una maestra permanente, teniendo la ansiada permanencia que muchos colegas añoran, me doy cuenta de una realidad que tal vez durante los pasados 5 años obvie y no le hice caso. La realidad de la cual hago alusión es la siguiente no quiero ser maestra en un sistema donde importa más que el alumno cumpla "ciertos estándares" que en realidad le serán de poca utilidad en su diario vivir. No quiero ser maestra porque lo que importa es que los estudiantes aprueben unas pruebas estandarizadas o que se aprendan todo el contenido que les puedo brindar en cada una de mis clases, que se memoricen tales fechas, tal acontecimiento. Esa no es mi misión como maestra y menos mi filosofía de educación.


En el momento de vida en el cual me encuentro me pueden preguntar ¿qué es más importante para mí como maestra, que mis estudiantes obtengan buenas notas, y se aprendan todo lo que les enseño? Ó ¿qué sean en el futuro seres humanos solidarios, empaticos, analíticos, respetuosos, pensantes, que respeten a su prójimo? Sin miedo a equivocarme y no pensando en el que dirán, mi elección sería la pregunta dos, tenemos muchos estándares profesionales, muchas exigencias que cumplir, pero dentro de todo este mundo superficial y con una enseñanza en mucho de los casos de "que el fin justifica los medios" creamos seres humanos egoístas, que solo piensan en ambicionar, convirtiéndose en personas codiciosas, avaros y hasta insensibles. Educamos para competir y la competencia es el inicio de la guerra hace aproximadamente 4 años leí la siguiente frase "Por una educación que enseñe a pensar y no a obedecer" los estudiantes de hoy, la mayoría no quieren pensar, no quieren ir más allá. El no pensar duele y las consecuencias son graves. Se ha olvidado y dejado atrás el verdadero sentido de la educación. La escuela está cerrada al mundo exterior, escuela no es sinónimo de educación.

La escuela podría ser el viejo mapa a la sabiduría. La educación es el territorio donde todo aprendizaje sucede. ¿No era el objetivo de la educación lograr una mejor calidad de vida? Estamos haciendo un pueblo sumiso y enajenado de la realidad, por la carga excesiva de trabajo y asignaciones. Debemos enseñarles a nuestros estudiantes a proyectarse como líderes y dueños, no como esclavos y sirvientes que es lo que pretende el sistema con la sumisión perpetua a la que somete tanto a estudiantes como maestros.

Abogo por una educación donde no se le tenga que ganar a nadie, donde todos seamos iguales y nadie sea mejor que nadie. Que la única competencia que tengan los estudiantes sea con ellos mismos. ¿Cómo ser mejor cada día? Que aprendan de los demás, a pedir ayuda. Que tengan claro que no hay ser humano mejor que otro.

Amarilys Rivera Cordero, M. Ed.

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