Pueden ser muchas las razones para que un estudiante pierda el entusiasmo por aprender pero recuerdo algo que aprendí en la universidad cuando estudiaba sicología, la desesperanza aprendida. El estado de ánimo de una persona determina en gran manera el desempeño en alguna tarea. Si hay ánimo la persona intentará aprender y si falla una vez lo intenta y si falla otra lo intenta. Pero algunas personas no son así, se rinden rápidamente. Lamentablemente las personas que se rinden a menudo eventualmente dejan de intentar y es ahí cuando llega la desesperanza aprendida.
Ser optimista o pesimista es algo que es en parte heredado y en parte aprendido. Hace un tiempo atrás se hacían unos experimentos con perros en donde se les sometía a descargas eléctricas en el piso. Al principio los perros chillaban, corrían y trataban de salir de la jaula pero no podían. Eventualmente cuando llegaba la descarga la sentían pero chillaban menos y se resignaban al dolor pues no veían como salir de la jaula y no luchaban sino que esperaban a que el dolor pasara. Eso se conoció como desesperanza aprendida.
Para algunos estudiantes aprender es un proceso difícil y está de parte de nosotros los maestros ayudarlos a tener esperanza. No debemos fomentar la desesperanza aprendida con comentarios como "eso es lo mejor que puedes hacer", "tú no das pa mucho", "resígnate" y otros. También nuestro silencio puede contribuir a que el estudiantes de desanime y deje de tratar. A veces el decirle palabras de ánimo a pesar de un fracaso ayudará al estudiante. Muchos estudiantes solo necesitan saber que hay alguien que cree en ellos, eso los puede animar. Seamos su fuente de esperanza para combatir la desesperanza.