Hay veces que me dan ganas de dejar el magisterio. De verdad que las condiciones bajo las cuales se trabaja en este Departamento de Educación son de lo peor. Pero a veces tenemos esos casos y estudiantes que le hacen recordar a uno que vale la pena trabajar por los estudiantes.
Hace varios años tengo a una estudiante con mutismo selectivo. Desde el grado de Kinder le he estado dando clases y es sumamente tímida y no hablaba con nadie excepto su familia y unos pocos amigos de la escuela. Soy maestro de inglés y como parte del currículo se tienen que dar informes orales. En el caso de ella se tuvo que hace un acomodo porque a quién único le hablaba era a la maestra de primer grado así que a ella era a quién le daba los informes.
Con el tiempo la estudiante fue comunicándose un poco más pero a la hora de dar informes orales lo hacía sola con una maestra no frente al grupo. Eso pasó en segundo y en tercer grado...
Hoy había que hacer un informe oral y me estaba comunicando con la maestra para que le diera el informe a ella pero me sorprendió cuando me dijo que lo quería dar al frente del salón. Casi me caigo para atrás pero disimulé.
La niña dió el informe oral de memoria frente a la clase sin dar señas de nerviosismo ni miedo. Casi se me salen las lágrimas pero me tuve que contener.
Momentos como éste son los que me hacen sentir bien de ser maestro.
Publicado originalmente en Facebook.
No hay comentarios:
Publicar un comentario